Auditoría Interna y Externa, una sinergia necesaria

Sinergia

SinergiaAunque han surgido disputas por dar mayor importancia a la auditoría externa sobre la interna y viceversa, lo cierto es que cada una juega un papel importante en las organizaciones y cumplen un papel que potencia diferentes aspectos. Mientras la auditoría interna le corresponde “vigilar la mejora y el fortalecimiento de los procedimientos, la protección de los activos de la compañía, así como la detección de fraudes”, la auditoría externa  verifica que “los registros y resultados del periodo se realizaron con base en la aplicación de la normatividad, a fin de expresar su opinión independiente, a una fecha determinada”. En ambos casos se realiza una mirada a los números y las finanzas.

Redacción INCP a partir del artículo publicado en Veritas Online y adaptado por Auditool

Para mayor información, puede revisar el artículo titulado “Auditoría Interna y Externa, una sinergia necesaria” de la fuente Veritas Online.

Auditoría Interna y Externa, una sinergia necesaria

La interacción entre auditores internos y externos genera una visión más completa de la realidad organizacional; al vincular sus resultados permite robustecer la información y tomar mejores decisiones.

Dar mayor relevancia a la auditoría externa o interna ha generado amplias discusiones entre los conocedores de las organizaciones públicas y privadas, respecto a cuál de ellas es más importante; sin embargo, es mejor reconocer sus aportaciones en la potenciación de las metas y objetivos institucionales; sin olvidar el objetivo primordial de ambas: garantizar y proteger el patrimonio y permanencia de la organización.

En sus orígenes, la auditoría externa, al revisar la situación económico-financiera de las organizaciones, debía asegurar la correcta aplicación de las normas contables, y el adecuado manejo de la organización y la protección de su patrimonio, por lo que podía además identificar posibles errores o fraudes.

Al Reino Unido se le atribuye el origen de la auditoría externa, fue ahí donde, debido a la Revolución Industrial y a las numerosas quiebras que sufrieron pequeños ahorradores, se desarrolló la auditoría para recuperar la confianza de inversionistas y terceros interesados en la información económica.

La auditoría interna, por su parte, se concebía como un ejercicio, cuya finalidad era evaluar la funcionalidad de los controles establecidos en la organización y verificar el cumplimiento de las responsabilidades de las distintas áreas e informar a la dirección sobre el resultado de dicho análisis; adicionalmente, podía hacer recomendaciones sobre las actividades revisadas.

Las organizaciones de Estados Unidos de América, con presencia comercial e industrial en distintos países y continentes, debían atender de manera prioritaria el control del creciente volumen de operaciones; para ello, los datos que la auditoría interna les proporcionaba se convirtieron en el respaldo idóneo para que los administradores contaran con información confiable, oportuna y veraz para una adecuada toma de decisiones.

Nuestro caso

En Latinoamérica la auditoría interna se remonta a la década de los años 40 como una actividad que surge en la empresa privada, debido al crecimiento y desarrollo.

Con el tiempo, el crecimiento de las organizaciones modificó el alcance de las responsabilidades de los auditores internos como se observa en los documentos emitidos por la profesión, en los años 1947 y 1957.

En la versión de 1957 se amplía de manera relevante la visión sobre el alcance de la auditoría interna; al establecer que los auditores internos “deben” involucrarse en asuntos operacionales y de cualquier actividad del negocio como se aprecia en las siguientes obligaciones:

– Revisar y evaluar la solidez, adecuación y operatividad de la contabilidad, los controles de operación.

– Asegurar el alcance de cumplimiento con las políticas, los planes y procedimientos establecidos. Asegurar el alcance de las medidas adoptadas por la organización para salvaguardar los activos de pérdidas o malos manejos.

– Asegurar la veracidad de la información contable e información generada por la organización.

– Asegurar la calidad en el desempeño de las responsabilidades conferidas.

En 1963, el National Industrial Conference Board llevó a cabo un estudio en 177 organizaciones sobre los objetivos de los programas de auditoría interna, en el que se concluyó que son cinco los objetivos primarios de esta disciplina profesional, a saber:

[1] Determinar que el sistema de control interno sea el adecuado.

[2] Investigar el cumplimiento con las políticas y los procedimientos instaurados por la organización.

[3] Verificar la existencia de los activos, su salvaguarda y mantenimiento, asimismo, prevenir o descubrir fraudes.

[4] Asegurar la contabilidad y el sistema de información.

[5] Reportar sus hallazgos a la administración y recomendar acciones correctivas cuando sea necesario.

Funciones específicas

A poco más de medio siglo, la organización responde a la necesidad de otorgar un rango de mayor responsabilidad a quienes generan la información para la toma de decisiones; de ahí que en toda estructura organizacional, el auditor interno figure como integrante del consejo de administración y como asesor del presidente de la entidad.

A fin de determinar que el sistema de control interno sea adecuado para mitigar los riesgos y alcanzar el logro oportuno de las metas y objetivos de la organización, la auditoría interna realiza revisiones periódicas a las cifras que arrojan los estados financieros de la entidad, pues en cualquier momento, con base en estos, la administración puede tomar decisiones importantes.

De lo anterior, se concluyó que los auditores internos deben contar con una sólida formación académica y profesional, pues entre otras actividades deben verificar que las transacciones comerciales se hicieron con base en las leyes, regulaciones, políticas y procedimientos establecidos.

A los auditores internos les corresponde vigilar la mejora y el fortalecimiento de los procedimientos, la protección de los activos de la compañía, así como la detección de fraudes; en consecuencia, los auditores no deben descuidar el examen de los registros financieros y la vigilancia de prácticas contrarias a la política institucional.

La auditoría externa es el servicio profesional independiente de la Contaduría Pública, mediante la revisión de los estados financieros de una organización, con base en las normas internacionales que la rigen.

Los auditores externos emplean procedimientos específicos para verificar que los registros y resultados del periodo se realizaron con base en la aplicación de la normatividad, a fin de expresar su opinión independiente, a una fecha determinada.

Generar sinergia entre las auditorías interna y externa puede potenciar beneficios tangibles a las organizaciones. El auditor interno, con motivo de su participación cotidiana en la organización, tiene una visión holística de las operaciones, los riesgos, los problemas, las fortalezas; elementos todos que le dan una ventaja competitiva para convertirse en un factor de cambio efectivo dentro de la organización, toda vez que es un actor cercano a los tomadores de decisiones.

Por su parte el auditor externo, mediante las normas y procedimientos de auditoría, se allega de la información necesaria para evaluar el ejercicio a dictaminar y aplica de estos los que considera adecuados en las circunstancias para emitir su opinión respecto de los estados financieros preparados por la entidad.

Una auditoría interna efectiva podrá influir en la determinación de la naturaleza y momento de realización de los procedimientos aplicados por el auditor externo, así como en el alcance de estos.

Es muy importante que se considere el resultado de las actividades de la auditoría interna en la etapa de la planeación y el desarrollo de la auditoría externa, ya que el enfoque de esta última será más objetivo.

La interacción de los auditores externos e internos genera una visión más completa de la realidad organizacional y al vincular sus resultados, el trabajo de ambos permite robustecer la información para la mejor toma de decisiones. Es recomendable provocar la interacción entre ambos, para así responder a la confianza de los directivos y lograr resultados con un enfoque que asegure eficiencia en la operación, mejor administración de riesgos de control y de gobierno, para obtener resultados cualitativos, cuantitativos, confiables y oportunos.

Fuente: Veritas Online – Adaptado por Auditool

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