
El inicio del año es el momento en que las empresas hacen balances respecto al pasado y refrendan sus objetivos a futuro. Los balances tradicionales para esa mirada retrospectiva incluyen, entre otros, económico, comercial, social y relacionado con el desarrollo del capital humano. Una visión integral de todos es el denominado ‘balance estratégico’.
La estrategia de una empresa provee una lógica para sus objetivos y orienta de forma permanente su toma de decisiones, el balance estratégico tiene que ver con la evolución de su ejecución, la cual es observable apenas parcialmente desde los indicadores habituales en cualquier negocio. El balance estratégico va más allá de los resultados individuales de los otros balances mencionados y los integra para indagar su coherencia conjunta respecto a la estrategia. Por ejemplo, es posible lograr excelentes resultados económicos en el presente, a la vez que la empresa se desvía de su estrategia y pone en riesgo su futuro. Por ello, al elaborar el balance estratégico es importante observar que los resultados obtenidos en todos los aspectos estén enmarcados dentro del propósito de la empresa, es decir, que tengan sentido con su razón de ser, estén alineados con su filosofía y fortalezcan su reputación deseada. Así mismo, es indispensable evaluar que todos los avances logrados la estén acercando efectivamente a su aspiración de largo plazo.
También, es relevante verificar que los recursos disponibles estén cada vez más alineados con los objetivos estratégicos fundamentales de la organización y que el fortalecimiento en capacidades y competencias vitales para su sostenibilidad en el mediano y largo plazo esté sucediendo. La mirada crítica a la dinámica y evolución del portafolio de negocios es otra variable a considerar. Un buen balance estratégico incluye el ser rentable y crecer competitivamente en los negocios escogidos de manera intencional, con propuestas de valor claras y no gracias al azar.
El balance estratégico también implica evaluar si la evolución de la cultura de la organización se está dando en el sentido que más conviene a la estrategia. Peter Drucker sostenía que “la cultura devora a la estrategia al desayuno”, para indicar que, sin el soporte de la cultura adecuada, incluso una buena estrategia está en riesgo de fracasar. Las personas son las gestoras naturales en la construcción de la cultura de una organización, por eso su convicción respecto a la estrategia también es un eje crítico para el éxito de este balance. Los expertos reconocen hoy, producto de numerosas investigaciones, que el factor humano es clave para ejecutar la estrategia. Comunicarla clara y generosamente a todos los que participan de volverla realidad es necesario, pero no suficiente. El objetivo de fondo es lograr que cada persona, desde el conocimiento de la estrategia, encuentre sentido en su trabajo, que es la fuente primaria de su motivación intrínseca, la más poderosa de todas. Tal convicción surge de la confianza. En la ejecución de la estrategia no hay victorias pequeñas, todas son importantes: socializarlas y celebrarlas es indispensable para convocar, con hechos, a la confianza genuina de las personas.
El balance estratégico es una oportunidad para entender integralmente los resultados alcanzados y brinda una mirada profunda al desarrollo de la plataforma que hará sostenible la organización a largo plazo.
Fuente: Portafolio