Desarrollo organizacional y calidad total: en busca de la excelencia

‘Desarrollo organizacional’ y ‘calidad total’ son dos conceptos muy difundidos actualmente a nivel mundial en los ambientes académicos y empresariales, tanto en las aulas de los centros superiores de estudios como en los best sellers de temas gerenciales, al igual que en el lenguaje cotidiano de consultores y gerentes.

Según el fundador del ‘desarrollo organizacional’, el Doctor Richard Beckard, “El desarrollo organizacional es un proceso planeado y administrado por la alta dirección, destinado a producir un cambio en la cultura de la organización, que la llevará a la excelencia”; en cuanto al concepto de calidad total, este va más allá de la calidad de los productos o servicios, apunta a la calidad de la gestión, a hacer las cosas bien, siempre mejorando y bien desde el principio.

Como podemos apreciar, ambos conceptos se refieren a una situación de cambio, de deseo de innovación al interior de las organizaciones. Cuando este cambio se empieza a producir, los efectos son evidentes, ya sea en las relaciones con los clientes, el mercado o en las relaciones interpersonales y el clima psicosocial que se vive al interior de estas empresas.

Ambos apuntan a un cambio planificado y ordenado de las compañías que las encamine hacia la excelencia. Si las organizaciones son capaces de crear y desarrollarse, de reorientar sus rumbos y adaptarse a nuevas situaciones, es porque deben sobrevivir en el difícil y hostil medio de la competencia. El mercado y sus exigencias influyen en las decisiones gerenciales a favor del cambio.

El cambio en las organizaciones, la búsqueda de la calidad total y el cambio hacia la excelencia son tareas, en primer lugar, de responsabilidad de las gerencias, pero por ser delicadas necesitan del concurso y apoyo de todos los trabajadores.

De ahí que existe la necesidad de que la capacidad, las destrezas, la fuerza o la energía que hay en toda la organización sean mejor y más aprovechadas, lo que conlleva romper muchos esquemas tradicionales, aplanar estructuras piramidales, cambiar estilos autoritarios, establecer mecanismos a través de los cuales se pueda canalizar la participación y el compromiso del personal, así como establecer esquemas que incentiven la responsabilidad, el desempeño y el logro.

Fuente: De gerencia.com

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *