
Casi el 98% de las empresas de emprendimiento, que se liquidan al año son microempresas y, según un estudio de Confecámaras, esto va ligado a su falta de análisis y planeación estratégica.
Aunque la adopción de las NIIF ha supuesto, entre otras cosas, la presentación de informes más completos y apegados a la realidad financiera que «si se toman como herramienta de sostenibilidad» pueden ayudar a las compañías en su toma de decisiones y planeación a corto, mediano y largo plazo; muchas organizaciones los siguen viendo más como un requisito que, incluso, puede llegar a manipularse para mostrar cifras positivas, omitiendo u ocultando los datos realmente importantes.
Esto toma mayor validez cuando se tiene en cuenta que las compañías con un modelo de gestión en el que, de manera voluntaria y luego de tener en cuenta los factores económicos, sociales y ambientales; adoptan los informes de sostenibilidad como herramienta imprescindible para el éxito de su gestión.
Redacción INCP a partir del artículo publicado por Portafolio
Para mayor información, puede revisar el artículo titulado “Empresas que informan son más sostenibles” de la fuente Portafolio.
Empresas que informan son más sostenibles
Acaba de iniciar un nuevo año y con este la elaboración de los informes que brindan una visión general sobre la salud económica de las empresas que permite a accionistas, gerentes, inversionistas, proveedores, empleados, instituciones financieras, entidades públicas, medios de comunicación, comunidades, y opinión pública, entre otros, evaluar el beneficio o impacto social que su actividad representa para la comunidad.
Hasta el 2012 los reportes de carácter obligatorio eran los llamados Estados Financieros de Propósito General (Decreto 2649 de 1993) sin embargo, su análisis no era muy frecuente, así como tampoco la preparación del Estado de cambios en la situación financiera y del Estado de flujos de efectivo, pese a su importancia para la planeación estratégica.
Hoy, con la implementación de las Normas Internacionales de Información Financiera (NIIF) se exigen informes más consistentes que representan de manera más estructurada y comparada la situación financiera, rendimientos y flujos de efectivo de las empresas permitiendo tomar mejores decisiones.
No obstante, estos no son los únicos documentos que permiten conocer y demostrar los recursos, obligaciones, cambios y resultados de los entes económicos ni que suministran información útil de su situación y desempeño tanto a quienes los administran como a quienes se relacionan con estos.
Las organizaciones que le apuestan de manera voluntaria a una gerencia socialmente responsable tienen en la actualidad en los informes de sostenibilidad una herramienta fundamental para apoyar la planeación, organización y dirección de los negocios al presentar una valoración holística que tiene en cuenta no solo aspectos económicos relevantes, sino también factores sociales y ambientales determinantes para el éxito de su gestión.
Sin embargo, al igual que sucede con los Estados Financieros, muchas veces se realizan pensando más en el interés de terceros que en el beneficio de las compañías y se llegan incluso a manipular para presentar solo aspectos positivos y mejorar la imagen y reputación corporativas en una especie de greenwashing, omitiendo desafíos, problemas y debilidades existentes.
Ahora bien, esto se presenta principalmente en las grandes empresas ya que muy pocas Pymes elaboran memorias de sostenibilidad o informes no obligatorios. Según estudios recientes de un grupo de investigación de la Universidad EAN de 1,6 millones de unidades empresariales del país 99,9% son Pymes, y de éstas tan solo 524 (menos del 1%) están adheridas a Pacto Global, iniciativa de ciudadanía corporativa más grande del mundo, mientras que el 80% de las grandes empresas de Colombia si reportan aspectos no financieros, de acuerdo a lo señalado por Carlos Enrique Piedrahíta, presidente del Consejo de Global Reporting Initiative (GRI) en Hispanoamérica.
Aunque es cierto que las Pymes tienen importantes restricciones de recursos para llevar a cabo una administración estratégica, si desean desafiar la alta tasa de mortalidad que tienen en el país no pueden seguirse limitando a presentar los informes de ley, sino que deben hacer un esfuerzo para planificar mejor sus operaciones, teniendo en cuenta no solo las razones financieras sino los impactos económicos, sociales y ambientales de sus acciones, lo que les abrirá el camino a la innovación, competitividad y por ende a su sostenibilidad.
De acuerdo a un estudio reciente de Confecámaras cerca del 98% de los emprendimientos que mueren anualmente son microempresas y entre los factores determinantes del fracaso acompañan al tamaño, la falta de análisis y planeación estratégica. Debido a esto junto con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) la confederación está promoviendo programas de formación en direccionamiento estratégico, administración y direccionamiento financiero, entre otros.
En este sentido existe un reto tanto de las grandes empresas como de las Pymes en sus procesos de planeación. En las grandes empresas, donde ya hay una sensibilización frente al tema y se elaboran memorias, debe realizarse de manera acuciosa el ejercicio, con datos relevantes, comprensibles, fiables y comparables que satisfagan el ojo inquisidor del mercado, pero sobretodo que permitan a administradores, accionistas e inversores tener una radiografía del negocio que haga posible fortalecerlo, minimizando incertidumbre, riesgos y costos, y facilitando la medición y evaluación de los resultados.
Textos extensos como los que arroja la GRI deben ser más de uso interno que externo, al público en general se le deben presentar documentos sencillos o infografías con cifras más representativas de sus operaciones e impactos que puedan ser leídos por cualquier persona.
Por su parte, en las Pymes el lenguaje de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) tiene que volver a simplificarse. Si bien es cierto la GRI es la herramienta más conocida y utilizada para dar cuenta de los compromisos económicos, sociales y ambientales de las empresas, para las Pymes parece no ser la más adecuada debido a la complejidad y especificidad de los indicadores que contiene.
De acuerdo a su tamaño, las compañías deben crear o adaptar sistemas de medición que permitan hacer un mejor uso de los recursos e instalaciones, definir inversiones en tecnología, maquinaria y equipo, determinar reales necesidades de financiamiento, capacitación y de control, establecer mejores estrategias de compras, mercadeo, publicidad y comercialización, así como desarrollar nuevos proyectos, productos, servicios o líneas de negocio, entre otros.
Para esto, los indicadores usados deben ser menos de producto o proceso y más de impacto y resultado para advertir, en los diferentes procesos y con los diferentes grupos de interés, cambios, fuerzas y tendencias, así como oportunidades de negocio y de mejora continua para aprovechar fortalezas y determinar medidas preventivas y correctivas para superar obstáculos y reencausar las operaciones haciéndolas más eficaces, eficientes y sostenibles, asegurando una diferenciación en el mercado innovando y siendo más competitivas.
Fuente: Portafolio