Ideología y ética empresarial

Ideología y ética empresarial

Es prácticamente imposible que la ética empresarial pueda ser una reflexión sistemática acerca del comportamiento económico y comercial y, a la vez, pueda mantenerse al margen de una idea acerca de lo político y lo social. Al contrario, la ética empresarial es en parte sustancial una reflexión acerca de algunos aspectos de la vida social que son particularmente relevantes en el ámbito de la discusión ideológica y política. En este sentido, es interesante considerar que el estudio y la enseñanza de la ética empresarial están naturalmente teñidos de puntos de vista que muchas veces ofrecen propuestas que son contrarias entre sí. En efecto, hay una ética empresarial liberal, otra marxista y también una que nace de la economía social de mercado. Yo particularmente creo que es más valiosa esta última.

 Esta postura política o ideológica de la economía social de mercado no confunde la discusión, sino que más bien la enriquece, porque permite una comprensión acerca de la finalidad de aquellas instituciones que propiamente se estudian en ética empresarial, como son el mercado, las empresas o el trabajo. Es natural, por ejemplo, ver que una discusión propia del curso de ética empresarial puede girar en torno a la necesidad de establecer normas para los gobiernos corporativos, porque ello es una manera de defender y promover un tipo de mercado que favorece a la sociedad en su conjunto. También se discuten, entre otros temas, cómo la empresa debe considerar como su primer grupo de interés (stakeholders); cómo no existe, fuera de la familia, una institución más relevante y potencialmente eficiente para el desarrollo social que las empresas, no solo porque pueden dar más y mejor trabajo, sino también porque permiten un desarrollo sustancial de la calidad de vida; o cómo el mercado, como el lugar donde cooperamos para el intercambio de bienes y servicios, permite la existencia de la sociedad, tal como argumentaban Aristóteles o Hannah Arendt.

 Sin embargo, también es interesante considerar que habitualmente los asistentes al curso de ética empresarial manifiestan que las empresas, el mercado y el trabajo pueden ser y hacer precisamente todo lo contrario a lo que hemos descrito antes. En efecto, las empresas pueden dañar el buen funcionamiento del mercado, implementar formas de trabajo indignas, pueden deteriorar la calidad de vida de los consumidores, promover formas de acceso al mercado que son injustas, distribuir ganancias de manera poco equitativa, etcétera. Frente a esto, la respuesta se hace algo circular, debido a que es precisamente porque el mercado, las empresas y el trabajo pueden degradarse, por lo cual es importante que haya un curso de ética en este ámbito. En efecto, con la reflexión propia de la ética empresarial debemos aprender no solo qué son estas instituciones, sino también qué debemos hacer con ellas, cómo debemos darles sentido y, especialmente, un sentido que, en la medida de lo posible, permita el buen vivir de todos los ciudadanos.

 Fuente: Pulso – Javier Pinto

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