Primero cayó el petróleo, ahora el carbón
El desplome en los precios del mineral tiene al sector en una situación tan crítica como la del petróleo. La inminente huelga en Cerrejón terminaría de agravar las cosas.
Si por la industria petrolera llueve, por la del carbón no escampa. El año pasado el precio de la tonelada del mineral cayó 28 por ciento, un descenso que se suma a las bajas consecutivas de los últimos cinco años, tiempo durante el cual la cotización pasó de 124 dólares la tonelada a 42. Es decir, se redujo en 66 por ciento.
La situación es tan complicada que las grandes mineras del mundo, que por décadas han dominado el mercado, ya anuncian drásticos planes de ajuste de gastos, recorte de personal, venta de activos y suspensión en el pago de dividendos, entre otras acciones. Es el caso de Glencore, Anglo American y BHP Billiton, compañías que tienen millonarias inversiones en Colombia y han visto caer el precio de sus acciones en bolsa al tiempo que las agencias calificadoras les reducen el grado de inversión. Para el país, el desplome del precio es muy grave, pues el carbón es el segundo producto que exporta después del crudo.
Colombia, cuarto exportador mundial de carbón después de Indonesia, Australia y Rusia, no ha logrado cumplir la meta que se había fijado para 2012, de producir 97 millones de toneladas. El año pasado llegó a 85,5 millones, una caída del 3,4 por ciento frente a 2014. Para 2016 hay gran incertidumbre frente al volumen que alcanzará si sigue el descenso en las cotizaciones.
El año pasado, las exportaciones colombianas de este mineral, que habían alcanzado un nivel récord de ventas externas en 2011, con 7.500 millones de dólares, cayeron 34 por ciento, lo que produjo entradas por 4.140 millones de dólares.
Como en el caso del petróleo, el panorama sería aún más oscuro si no hubiera sido por la mayor devaluación que ha ayudado a amortiguar el golpe de los precios. En el país hay muchas expectativas por la suerte de las principales carboneras, que aportan millonarios recursos en regalías a las regiones pobres. Roberto Junguito, presidente de Cerrejón, la mina a cielo abierto más grande de América Latina, dice que la crisis del sector afectó las utilidades de la compañía, que cayeron 86 por ciento en 2015. En enero de este año el panorama se complicó aún más, hasta el punto que ya hay pérdidas.
Para hacerle frente a la situación, la empresa puso en marcha un plan de ajuste y mejoras en eficiencia y productividad, con el que espera lograr ahorros por 155 millones de dólares al año. Además, el 14 por ciento de los equipos está inactivo, porque con los actuales precios no resulta rentable extraer el mineral de ciertas partes de la mina. El año pasado produjeron 33,2 millones de toneladas y están haciendo lo posible por mantener este nivel en 2016.
A la difícil coyuntura de precios, Cerrejón afronta un tema laboral muy complejo. Los trabajadores votaron el jueves a favor de declarar la huelga ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo con las directivas en temas salariales, educativos, de salud y ambientales. Tienen diez días para definir la hora cero de la que sería la segunda huelga en menos de tres años, ya que la primera, declarada en 2013, duró 32 días y provocó millonarias pérdidas, con efectos sobre la economía del país.
Junguito afirma que una nueva huelga sería una estocada para la compañía, los propios trabajadores –que entre directos y contratistas suman 12.600– y para La Guajira, que vive de las regalías mineras y cuyos habitantes enfrentan graves problemas de miseria y desnutrición. El año pasado, por impuestos y regalías, Cerrejón le giró al Estado 377 millones de dólares, es decir, más de 1 billón de pesos.
Santiago Ángel, presidente de la Asociación Colombiana de Minería, considera que en esta nueva coyuntura es indispensable que el gobierno estudie otorgar estímulos en la reforma tributaria porque Colombia, después de Indonesia, es uno de los países donde el sector paga las mayores tasas impositivas. Adicionalmente, dice que hay que trabajar en asociaciones público–privadas (APP) para sacar adelante proyectos que podrían quedar estancados con los precios actuales.
Apretarse el cinturón
Ante la coyuntura tan complicada, las grandes mineras del mundo están reportando cifras en rojo que las han llevado a revisar su plan de inversiones. La británica Anglo American, la quinta más grande, registró una caída del 26 por ciento en sus ingresos el año pasado, mientras que sus pérdidas alcanzaron un nivel histórico de 5.600 millones de dólares. Estos malos resultados llevaron a que el precio de su acción en la Bolsa de Londres bajara más del 70 por ciento, con lo que su capitalización bursátil (valor en bolsa) se derrumbó a 6.300 millones de dólares. La calificadora de riesgo Moody’s rebajó a nivel de chatarra la deuda de la compañía, que asciende a 12.000 millones de dólares.
Fuente: Semana