El Fondo Monetario Internacional hace recomendaciones para enfrentar la crisis
De acuerdo con el más reciente informe del FMI, las medidas proteccionistas que algunas naciones están emprendiendo para afrontar la situación económica mundial no son las correctas. El organismo internacional hace un llamado al trabajo colectivo y la coordinación internacional, así como a la aplicación de políticas económicas que permitan a los países buscar soluciones que vayan más allá de las promesas electorales o de épocas de votaciones. Para Colombia, una economía en desarrollo, es importante lograr vender más y entrar a nuevos mercados, diversificar. A su vez, invertir más en tecnología e innovación, aspectos que pueden llevar a una mejor productividad
Para mayor información, puede revisar al artículo titulado “Desafíos del crecimiento y el comercio internacional” de la fuente La Nación.
Desafíos del crecimiento y el comercio internacional
El último informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre las perspectivas de la economía mundial ofrece una comprensiva visión de lo que está sucediendo con la producción, el comercio y sugiere algunas medidas para interrumpir el deterioro. Conviene prestarle atención.
El tema central es que el aletargado crecimiento de la producción mundial podría insuflar nuevos aires proteccionistas y dar al traste con la recuperación del comercio internacional. No son solo el crecimiento del PIB y otras variables relacionadas como el empleo y salarios las que están en juego, sino también el trasiego transfronterizo de bienes y servicios, esencial para coadyuvar al desarrollo de los países, especialmente los más pequeños, como el nuestro. Un país con un mercado interno limitado debe aspirar a vender más en el exterior para aumentar su producción y empleo.
Varias veces consecutivas el FMI ha revisado a la baja las perspectivas de crecimiento mundial. En esta ocasión, mantuvo la visión de la expansión global en un 3,1% para este año, pero rebajó la de las economías avanzadas, de un 1,8% real en julio pasado a un 1,6% ahora. En el 2015, esas economías se habían expandido un 2,1%. En la menor tasa de crecimiento influyó el mal desempeño del primer semestre en Estados Unidos (menor inversión y reducción de inventarios, entre otras cosas), la decisión de Inglaterra de abandonar la Unión Europea (Brexit), la menor expansión de China y las vicisitudes de otros países influyentes, como Brasil. Para Latinoamérica, las perspectivas son de recesión este año (-0,6%), influidas por Brasil y Venezuela, pero se recuperarían en el 2017 a un 1,6%. Centroamérica, incluida Costa Rica, figura entre las regiones con tasas más altas en el continente.
El comercio internacional también ha venido descendiendo en todo el mundo. Desde el 2012 a la fecha, la tasa de expansión se redujo a la mitad (3%), comparada con más del 6% anual observada anteriormente. Ese elemento debe ser fuente de mucha preocupación, pues las perspectivas no son muy halagüeñas. El comercio internacional está muy ligado al crecimiento de las principales naciones. La correlación entre crecimiento del PIB y comercio mundial es elevada y positiva, pero, desafortunadamente, la tasa de expansión del primero se mantendrá muy modesta en los próximos cinco años, según el informe. Algo hay que hacer. El FMI señala algunas avenidas de acción, pero advierte que mucho depende de la voluntad política de los países para implementar reformas internas.
Para estimular el crecimiento de la producción mundial, identifica varias líneas de acción: los países avanzados deben mantener políticas monetarias laxas por un tiempo más, como lo han venido haciendo, principalmente en Estados Unidos y la Unión Europea. El primero de ellos, con una mayor tasa de crecimiento real, solo debe comenzar a incrementar sus tasas de interés cuando se afiancen efectivamente el crecimiento y el empleo (mensaje importante ante la expectativa de que la Reserva Federal suba sus tasas de captación a corto plazo antes de finalizar este año). Por su parte, el Banco Central Europeo debe estar preparado para incrementar sus compras de activos, si no hubiera señales de que el índice de precios se acerca a la meta establecida del 2% anual.
Pero la política monetaria no debe cargar todo el peso de la reactivación. Debe marchar en paralelo con la política fiscal y la reforma estructural para garantizar que los cambios sean comprensivos, sustanciales y sostenidos en el tiempo. Las idas y venidas en las políticas económicas por razones políticas pueden ser fatales.
La política fiscal debe variar de enfoque. El FMI recomienda prestar más atención a la inversión pública (por oposición al gasto corriente) e invertir más en tecnología (aspecto novedoso) con el doble propósito de mejorar el crecimiento y la productividad. También es preciso gastar más (y mejor, agregamos nosotros) en la educación y programas sociales para paliar los efectos adversos de la globalización sobre la fuerza laboral menos calificada. Sin embargo, hace una distinción importante: los países con elevados déficits fiscales deben resolverlos cuanto antes para dar sostenibilidad a la macroeconomía. El bajo crecimiento del PIB no debe usarse nunca de pretexto para disparar el gasto pues, a la postre, puede revertirse como un búmeran y afectar el propio crecimiento económico.
Finalmente, las políticas monetaria y fiscal son necesarias pero no suficientes para sostener el crecimiento de la producción. Es indispensable implementar reformas de carácter estructural para lograr la mejor asignación de recursos e incrementar la productividad. El informe cita, a manera de ejemplo, la rigidez del sector laboral en la Unión Europea y el limitado acceso a los mercados en ciertas regiones del Asia. Un estudio complementario del informe señala, además, otros requisitos para avivar el comercio internacional. Uno de ellos es la necesidad de enfocar las políticas monetaria, fiscal y estructural al unísono para lograr los mejores resultados y asegurar que se mantendrán en la misma sintonía por períodos prolongados, más allá de la periodicidad electoral. También se deben desechar las tendencias crecientes a revertir el proceso de liberalización del comercio mundial y apelar a medidas no arancelarias, y emprender las reformas en coordinación con otros países e instituciones internacionales para evitar acciones individuales capaces de anular la tendencia general.
Las recomendaciones del FMI no son nuevas, pero mantienen plena vigencia por la reticencia colectiva a su implementación. Para países como el nuestro, con serios problemas fiscales y estructurales, y mucha dispersión política para enfrentarlos, las recomendaciones son aún más relevantes. Aquí, como en otros lares, la política monetaria no puede resolverlo todo. Si no se enfrenta de manera comprensiva la situación fiscal, la eficacia de la política monetaria tarde o temprano se llega a deteriorar. Y sin reformas estructurales para mejorar la competencia y productividad, con un virtual estancamiento en la apertura comercial y constantes recursos a medidas no arancelarias como mecanismo proteccionista (arroz, aguacate), las posibilidades de innovar y sostener altas tasas de crecimiento económico se debilitan. Se impone un replanteamiento uniforme y comprensivo de la política económica.
Fuente: La Nación