La crisis de los países emergentes repercute en la recuperación de la economía mundial

La crisis de los países emergentes repercute en la recuperación de la economía mundial

El proceso de desaceleración y crisis en los mercados emergentes en los últimos cinco años está creando obstáculos para el conjunto de la economía mundial, en particular para la difícil recuperación de europa y del alicaído intercambio comercial a escala internacional, de acuerdo con estudios del FMI y de otros organismos multilaterales.

 El final del ciclo alcista de los precios de las materias primas que se mantuvo por más de una década y alimentó un impetuoso crecimiento de las naciones en desarrollo, comenzó a decaer en el último lustro, llevando a importantes desequilibrios en esas economías.

Después del estallido de la crisis subprime en Estados Unidos en 2007, y su agravamiento y extensión a todos los países desarrollados con la quiebra de Lehman Brothers en 2008, el flujo de capitales desde el centro hacia la periferia contribuyó al endeudamiento de grandes corporaciones emergentes, de los Estados y al fortalecimiento de sus monedas.

El cambio de ciclo, a partir de la caída de los precios de los commodities, hizo que el auge crediticio y bursátil generado por ese flujo de capitales deviniera en su contrario: salida de capitales, suba de la tasa de interés, devaluación de las monedas y crecientes dificultades de las empresas para pagar las abultadas deudas contraídas en el período anterior.

El endeudamiento de algunos de los Estados pero, sobre todo, de las compañías privadas a partir del crucial año de 2009, fue sideral en muchos casos.

De conjunto, los Estados emergentes incrementaron su deuda desde el 150% de su PIB conjunto en 2009 hasta alcanzar el 195% de ese PIB en 2015.

En lo que se refiere al sector privado de esas naciones, la deuda de las empresas pasaron del 50% del PIB a alrededor del 75%, esto es, un crecimiento del 50% en el mismo periodo de seis años, un porcentaje igual al del incremento de la deuda de China con relación a su PIB en los últimos cuatro años.

Actualmente, se enfrentan a una nueva crisis o pre-crisis de la deuda, diferente a la de la década de los 80 y de finales de los 90, pero que entrañan graves riesgos para los progresos logrados durante el beneficioso ciclo de los altos precios de las materias primas.

La desigualdad de las condiciones económicas, monetarias, financieras y fiscales entre los emergentes no impide, sin embargo, que como conjunto compartan una situación de crisis con rasgos comunes: devaluación de las monedas, fuga de capitales, deterioro de la situación fiscal, déficit corriente, problemas para enfrentar el pago de deuda y, en algunos casos, elevada tasa de inflación.

En la medida en que la riqueza generada en los mercados emergentes suponen el 50% del PIB mundial, los problemas de estos países implican una caída de la demanda para el mundo desarrollado al caer el dinamismo económico interno, una cuestión que se hace mayúscula cuando es China la más importante de esas naciones.

Con Europa atravesando con serias dificultades la crisis abierta en 2008 y todavía no superada, la continuidad de la problemática emergente es una de las peores noticias para la debilitadas economías del bloque de la Unión Europea (UE) y de la Eurozona.

El estancamiento que agobia a esta última región, la de aquellos países de la UE que comparten el euro, está impulsando al presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, a propiciar medidas que ahonden la flexibilización monetaria, para obtener mayores resultados internos, la elevación de la inflación y el  debilitamiento de la moneda única para ayudar a las exportaciones de la zona.

De otro lado, la alta posibilidad de que la Reserva Federal decida, en pocas semanas, elevar la tasa de interés después de nueve años, también preocupa a los emergentes que temen que esto incremente la salida de capitales hacia Estados Unidos, agravando de esta manera la crisis que viven esos países.

Finalmente, para Estados Unidos, una subida de la tasa fortalecería al dólar y atraería capitales, también de Europa y las zonas emergentes asiáticas y latinoamericanas, lo que conlleva una moneda más fuerte que obstaculice una mejora de sus exportaciones por pérdida de competitividad monetaria.

La burbuja subprime y bursátil estadounidense, que desencadenó la crisis de 2007 y que generó la quiebra general del año siguiente, se formó sobre la base del masivo ingreso de capitales de toda la década anterior, y esta es una de las razones por las que la reserva duda tanto en aumentar la tasa por temor, entre otras cosas, a generar una nueva burbuja.

 Fuente: Telam.com

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