En lo que acierta y en lo que se equivoca Stephen Hawking con lo de ‘el momento más peligroso para nuestro planeta’
Stephen Hawking publicó un atrevido titular la semana pasada: ‘Este es el momento más peligroso para nuestro planeta’.
En un ensayo publicado en el diario británico The Guardian, el renombrado físico teórico escribió: “Cualquier cosa que pensemos sobre la decisión por parte del electorado británico de rechazar su condición de miembro de la Unión Europea y sobre la decisión por parte de la opinión pública estadounidense de aceptar con entusiasmo a Donald Trump como su próximo presidente, no hay duda, en la mente de los analistas políticos, de que esto se trató de una expresión de rabia de parte de la gente que sentía que sus líderes la habían abandonado”.
La principal causa del problema aquí es la tecnología, la cual amplía la brecha entre los que tienen mucho y los que menos tienen. Como lo explicó Hawking, la automatización ya ha reducido puestos de trabajos en la industria y le está permitiendo a Wall Street acumular grandes ganancias que el resto de nosotros cubre. Durante los próximos años, la tecnología le quitará más puestos de trabajo a los seres humanos. Los robots conducirán taxis y camiones; los drones nos llevarán el correo y los víveres a domicilio; las máquinas le darán la vuelta a las hamburguesas y servirán las comidas. Y, si los nuevos almacenes sin cajero de Amazon tienen éxito, los supermercados remplazarán a los cajeros con sensores. Esto no es una especulación; es inminente.
El descontento no es únicamente estadounidense. Mientras el mundo en desarrollo se está conectando a la red con teléfonos inteligentes y tabletas, más miles de millones de personas se están enterando de lo que no tienen. El malestar que hemos visto en Estados Unidos, Gran Bretaña y, más recientemente, Italia se convertirá en un fenómeno global.
La solución que propone Hawking es romper las barreras dentro de las naciones y entre ellas, hacer que los líderes mundiales reconozcan que le han fallado y que le están fallando a muchos, compartir los recursos y ayudar a los desempleados a capacitarse de nuevo. Pero esto es una ilusión. No va a pasar.
Veamos el resultado de las elecciones: Retrocedimos en casi todos los temas. Nuestros políticos seguirán dividiendo y venciendo, Silicon Valley negará su culpabilidad y las mismas tecnologías, tales como los medios sociales e Internet, que supuestamente debían difundir la democracia y el conocimiento, se utilizaran más bien para engañar, para reprimir y para sacar lo peor de la humanidad.
Por tal motivo, no podemos fiarnos de nuestros líderes políticos para que haya cambios. Todos debemos aprender sobre adelantos tecnológicos y participar en la toma de decisiones. Todavía tenemos voz y voto.
Uber no habría llegado a en ningún lugar si no hubiera persuadido a los pasajeros para que usaran sus servicios o para hacer lobby para su legalización. Podemos optar por no comprar los bots conversacionales de inteligencia artificial a los que Amazon y Google les está haciendo publicidad. Y ciertamente podemos decidir que un dron no nos lleve el café con leche de la mañana. También podemos optar por dejar de utilizar Facebook hasta que deje de enviarnos noticias falsas y Twitter a menos que destierre a esos provocadores que utilizan de forma indebida su plataforma.
En mi próximo libro, “The Driver in the Driverless Car: How Our Technology Choices Will Create the Future (El conductor dentro del carro sin conductor: la forma en que nuestras preferencias tecnológicas le darán origen al futuro)”, propongo un filtro con el cual podamos ver los adelantos tecnológicos a la hora de evaluar su valor para la sociedad y para la raza humana. En resumidas cuentas, se trata de tres preguntas relacionadas con igualdad, riesgos y autonomía:
- ¿La tecnología tiene el potencial de beneficiar a todos por igual?
- ¿Cuáles son los riesgos y las ganancias?
- ¿La tecnología impulsa con más fuerza la autonomía o la dependencia?
¿Por qué estas tres preguntas? Para empezar, démonos cuenta de la rabia de los electorados y, luego, miremos hacia adelante y hacia ese futuro sin puestos de trabajo que la tecnología está creando. Si se satisfacen las necesidades y los deseos de cada ser humano, en la medida en que lo haga posible la tecnología, podemos ocuparnos de los problemas sociales y psicológicos que trae consigo el desempleo. Esto no será fácil, de ninguna manera, pero, por lo menos, la gente no reaccionará de mala manera por extrema necesidad y desesperación. Podemos construir una sociedad con nuevos valores, tal vez una sociedad en la cual la satisfacción social provenga de la enseñanza y de la ayuda a los demás y de los logros creativos en campos tales como la música y las artes.
Y luego existen riesgos en las tecnologías. ¿Queremos que los carros auto-conducidos y los asistentes robóticos vean todo lo que hacemos, sepan nuestras necesidades y hagan nuestras tareas? La mayoría de nosotros querrá ver los beneficios que todo eso trae. Sin embargo, ¿qué tal si los fabricantes de estos productos los utilizan para espiarnos y si las tecnologías por sí solas empiezan a superar la inteligencia de sus creadores? Claramente, debemos establecerles límites a nuestras máquinas sirvientes.
¿Y qué tal si nos volvemos física y emocionalmente dependientes de nuestros robots? En realidad, no queremos que nuestras tecnologías se conviertan en una especie de drogas recreativas; queremos mayor autonomía y la libertad de vivir nuestra vida como queramos.
No hay tecnología en la cual todo sea blanco o negro; cada una se puede utilizar para bien y para mal. Debemos decidir cuáles deberían ser los límites y cuáles son los lineamientos éticos. Como lo señala Hawkings, somos un punto de inflexión con todas estas tecnologías y todavía podemos llevarlas de tal manera que sirvan de estímulo para la humanidad. Pero si no aprendemos y participamos, nuestros peores miedos se convertirán en realidad.
Fuente: LinkedIn
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Excelente Articulo